Virutas de comunión

Compartir el pan, la brisa y lo vivido.
Liberar al tiempo del agobio de la prisa
y al dinero de la manía de la posesión.
Pensar más en el otro que en lo mío.

Dejarse desnudar por lo inaudito.
Unirse a cada hombre en la desgracia.
Sentar a la abundancia frente a la escasez
y a la apariencia junto a lo que soy.

Que cada diálogo dé a luz un nuevo sentir
y cada beso resucite un trozo de la piel.
Que cada pérdida me empuje a ir más lejos
y cada desalojo me suba a un nuevo tren.

Que en la noche brille el ser de todo lo creado
y en mi no saber, le deje a Dios nacer resucitado.

(Seve Lázaro, sj)