La otra respuesta

Cambió por pan las piedras,
con un chasquido de dedos,
y sedujo a los hambrientos.
Saltó de lo alto del templo,
aterrizó sin daño,
El espectáculo
cautivó a todos.
Adoró al poder,
y fue rey
de haciendas,
de fronteras,
de recursos, de cuerpos,
pero no de corazones.
Nadie recuerda su nombre.

Tentación eterna,
universal, humana,
que a todos se nos presenta
alguna vez en la vida.
Dar pan ajeno,
seducir sin entregarse,
dominar sin amar.

Y ahí sigue tu respuesta.
Hacerse pan,
debilidad, servicio.

No olvidaremos tu nombre,
Jesús.

(José María R. Olaizola,  sj)