Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas: haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador.
Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas; acuérdate de mí con misericordia, por tu bondad, Señor.
El Señor es bueno y es recto, y enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes.
Quiero enseñarte mis caminos e instruirte en mis sendas.
Quiero hacer que camines con lealtad.
Quiero enseñarte, yo que soy tu Dios y tu salvador.
Recuerda que mi ternura y mi misericordia son eternas. Yo me acuerdo cada día de ti con misericordia, porque yo soy bueno.
Soy bueno y recto, y quiero enseñarte mi camino. Quiero que seas humilde para caminar con rectitud. Aprende de mí…
(El salmo 25 a la manera de Dios, Rezandovoy)
No te cansas de mí,
aunque a ratos
ni yo mismo me soporto.
No te rindes,
aunque tanto
me alejo, te ignoro, me pierdo.
No desistes,
que yo soy necio,
pero tú eres tenaz.
No te desentiendes de mí,
porque tu amor
puede más que los motivos
Tenme paciencia,
tú que no desesperas,
que al creer en mí
me abres los ojos
y las alas…
(José María R. Olaizola, sj)