Jesús dijo a sus apóstoles: «No os fiéis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán. Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará».
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En Belén y en el Gólgota callas,
como calla la noche y habla el silencio,
para gritar a los abatidos,
que las estrellas brillan por ellos.
En el establo y en el madero,
te encuentro solo y desnudo estás,
como solos y faltos caminan
los ateos del odio y sedientos de paz.
Hasta el portal y hasta el calvario
llegaron tus pasos y amor desmedido,
para guiar a los caminantes
que en los extremos vagan perdidos.
Y me miras desde el pesebre,
como miras desde la cruz.
Y me dices que siga adelante,
que por delante vas siempre Tú.
(Seve Lázaro, SJ)