Así dice el Señor: «Pero tú, Belén de Efrata, pequeña entre las aldeas de Judá, de ti saldrá el jefe de Israel. Su origen es desde lo antiguo, de tiempo inmemorial. Los entrega hasta el tiempo en que la madre dé a luz, y el resto de sus hermanos retornará a los hijos de Israel. En pie, pastoreará con la fuerza del Señor, por el nombre glorioso del Señor, su Dios. Habitarán tranquilos, porque se mostrará grande hasta los confines de la tierra, y este será nuestra paz».
«Contigo+feliz» © Difusión libre cortesía de Colegio Mayor José Kentenich
Proclama mi alma tu grandeza, Señor.
Mi alegría echa raíz en tu vida,
en tu presencia, en tu promesa.
Tú miras mi pequeñez,
y a tus ojos, y en tus manos
soy la persona más grande del mundo.
Tú traes salvación y prometes amor
allá donde reina el egoísmo.
Prometes libertad a quien vive encadenado.
Ofreces encuentro a los abandonados
y abundancia a los que nada tienen.
Lo hiciste en otro tiempo
y lo sigues haciendo en tantos
que hoy viven y actúan en tu nombre.
Yo quiero actuar en tu nombre,
hablar con tus palabras,
abrazar con tu ternura
como María, como tantos otros,
ahora y por siempre. Amén.
(José María R. Olaizola, SJ)