Palabra del Señor que recibió Jeremías: Levántate y baja al taller del alfarero, y allí te comunicaré mi palabra.
Bajé al taller del alfarero, que estaba trabajando en el torno. A veces, le salía mal una vasija de barro que estaba haciendo, y volvía a hacer otra vasija, según le parecía al alfarero.
Entonces me vino la palabra del Señor: «¿Y no podré yo trataros a vosotros, casa de Israel, como este alfarero?» –oráculo del Señor–. Mirad: como está el barro en manos del alfarero, así estáis vosotros en mi mano, casa de Israel».
«Queda entre nosotros» © Permiso pedido a Manuel López Naón
«A Celtic Celebration» © Usado bajo licencia no comercial Creative Commons
Con tu mano rodeas
el pábilo vacilante
y proteges su llama
del viento que arrastra
los fríos del Norte.
Con tu mano sanas
célula a célula
la herida de la caña
quebrada por las botas
de la competencia ciega.
Veo arañadas
tus manos de viñador
por los sarmientos secos
de una vida exitosa
cortados en la poda.
En los surcos de tus manos
hay color de arcilla
que delata tu oficio
de perpetuo alfarero
de nuestro barro.
En tus palmas abiertas
palpo los callos del bastón
en tu búsqueda incesante
para reunir en tu rebaño
los perdidos en sus soledades.
(Benjamín G. Buelta, SJ)