Entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos griegos; estos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban: «Señor, quisiéramos ver a Jesús». Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús. Jesús les contestó: «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará. Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré?: Padre, líbrame de esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora: Padre, glorifica tu nombre».
Entonces vino una voz del cielo: «Lo he glorificado y volveré a glorificarlo». La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel. Jesús tomó la palabra y dijo: «Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el Príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí».
Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir.
«Padre Nuestro. Un nuevo modo de ser» © Difusión libre cortesía de Ixcís
«Hidden Sky» © Usado bajo licencia no comercial Creative Commons
Yo también quisiera verte, Señor:
En los momentos de incertidumbre y angustia.
En los momentos de desconcierto y miedo.
En los momentos de noche y tempestad.
En los momentos de luz y alegría.
Quisiera verte:
En el rostro de los que me persiguen y critican.
En el rostro de quien me mira mal y no me quiere.
En el rostro de los últimos y despojados.
En el rostro de los que comparto mi vida diariamente.
Quisiera verte:
Al servir, al amar, al perdonar, al abrazar.
Al caer, al quedarme sin fuerzas, al desesperar.
Quisiera verte
en todos los momentos,
en todos los rostros,
en todas las circunstancias.
Y poder decir: en todo amar y servir.
(Fermín Negre)