Como busca la cierva corrientes de agua,
así mi alma te busca a ti, Dios mío.
Tiene sed de Dios, del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios?
Cómo marchaba a la cabeza del grupo,
hacia la casa de Dios,
entre cantos de júbilo y alabanza,
en el bullicio de la fiesta.
Envía tu luz y tu verdad; que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada.
Que yo me acerque al altar de Dios,
al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al son de la cítara,
Dios, Dios mío.
Atravesar la espera
de peguntas sin respuesta,
de dolores sin cura,
de viajes sin rumbo,
de angustias ya sin aire,
de canciones desafinadas,
de promesas incumplidas,
de utopías inalcanzables,
de inviernos que sepultan,
de amores a destiempo,
de distancias que duelen,
de sábados sin domingo.
Para poder también celebrar
dolores, viajes, angustias,
canciones, promesas, utopías, inviernos,
amores, distancias y sábados
de la vida,
de domingo,
de Pascuas sin fin.
(Matu Hardoy)