En aquellos días, el Señor habló a Acaz: «Pide una señal al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo». Respondió Acaz: «No la pido, no quiero tentar al Señor». Entonces dijo Dios: «Escucha, casa de David: ¿No os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará una señal: Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa ‘Dios-con-nosotros’.»
«The Depths of a Year» © Usado bajo licencia no comercial Creative Commons
«Quiero construirte una casa, Señor » © Difusión libre cortesía de Colegio Mayor José Kentenich
Acercarte,
salvando el abismo
entre el infinito y lo limitado.
Salir de la eternidad
para adentrarte en el tiempo.
Hacerte uno de los nuestros
para hacernos uno contigo.
Y así, de carne y hueso,
empezar a mostrarnos
en qué consiste la humanidad.
Eres el Dios de la cercanía,
de los incluidos,
de los encontrados,
pues para ti nadie se pierde.
De los reconciliados,
de los equivocados,
de los avergonzados,
de los heridos,
de los sanados.
Eres el Señor de los desahuciados,
de los agobiados,
de los visitados,
de los intimidados,
de los amenazados,
de los desconsolados,
de los recordados,
pues para ti nadie se olvida.
Tan cerca ya, tan con nosotros, Dios.
(José María R Olaizola sj)