En sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente.
Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes, para que rija a tu pueblo con justicia, tus humildes con rectitud.
Que los montes traigan paz, y los collados justicia; defienda a los humildes del pueblo, socorra a los hijos del pobre.
En sus días florezca la justicia y la paz hasta que falte la luna; domine de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra.
Que su nombre sea eterno, y su fama dure como el sol; él sea la bendición de todos los pueblos, y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra.
«Contigo+feliz» © Difusión libre cortesía de Colegio Mayor José Kentenich
¿Adónde irán nuestras vidas?
¿Adónde irán nuestras penas?
¿En dónde está la alegría?
¿En dónde la primavera?
¿Adónde irán nuestras vidas?
Si un salvador no nos llega…
¿Qué será de nuestros hijos?
¿Qué será de nuestra tierra?
¿Qué será de los que sufren?
¿Qué será de los que esperan?
¿Qué será de nuestros hijos?
Si un salvador no nos llega…
¿Para qué tantas palabras?
¿Para qué tantas promesas?
¿Quién cambiará nuestra suerte?
¿Quién pondrá luz en las sendas?
¿Para qué tantas palabras?
Si un salvador no nos llega…
Está acabando la noche
y un nuevo día se acerca,
vuelve a nacer la esperanza,
y se apaga la tristeza
y las estrellas nos dicen,
que el salvador ya está cerca…
(Ricardo Cantalapiedra)