El pueblo estaba expectante, y todos se preguntaban si Juan no sería el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: “Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego”. En un bautismo general, Jesús también se bautizó. Y, mientras oraba, se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma, y vino una voz del cielo: “Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto”.
«Amazing Grace» © Autorización de San Pablo Multimedia
Viniste de donde nada bueno pudo salir.
Para peor, te pusiste en el último lugar,
insistiendo en reconocerte desde allí,
celebrando un nuevo bautismo de conversión.
Dejaste que te tocara semejante mujer...
Tan verdadero como humilde
poco cuidaste de tu imagen,
que nunca tuviste en cuenta.
Saliste a abrazar
para saciar al hambriento
que vuelve sin reconocer el amor.
Cada pequeño gesto
es una nueva oportunidad que nos das,
y que probablemente sigamos rechazando.
Los gallos seguirán cantando
para desmontar nuestras trampas,
para encontrarnos con nuestros fallos
en nuestras manos,
para encontrarnos con nuestro pecado.
Nueva oportunidad en tu misericordiosa mirada.
Así recuperados por vos,
también recuperamos la comunidad.
Allá desde donde nada bueno podía salir,
volvimos a encontrarnos.
(Marcos Alemán)