Jesús siempre hablaba con imágenes de la vida diaria. Como muchos de los que le escuchaban eran agricultores, les contó esta parábola: «Un hombre tenía una higuera plantada en su viña (la higuera es un árbol que da higos, que es un fruto muy rico). Pues ese hombre fue a buscar los frutos de su higuera, y no había dado ni uno. Se enfadó tanto que le dijo a un viñador que trabajaba para él: ‘Hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno?’
Pero el viñador contestó: ‘Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Y si no da fruto, entonces la cortas’».
Jesús quería que entendieran que Dios es como ese campesino que trabaja en la viña, que siempre intenta darnos otra oportunidad.
Dios eligió a un pueblo esclavizado, desesperado y en duda.
Él lo nombró como pueblo, y salvó a quienes fueron su futuro.
Rebajó al pueblo fuerte, al pueblo dominador,
acompañó a su pueblo, con él quiso ser Dios.
Yo soy el Señor, libero al débil,
ahora vais a ver Quién es vuestro Dios.
El pueblo falló y la alianza quebró,
la espalda le dio a aquél que tanto le amó.
Pero el amor reventó la tierra y con su hijo con ofreció
nueva Alianza, nuevo camino de liberación.
Dios de la historia, Dios de la Vida,
Dios de la tierra, Dios de Verdad.
Dios en la historia, Dios en la Vida,
Dios tierra y fuego, viento y mar.
Dios en lo humilde, Dios de pobreza,
Dios desbordante fidelidad.
Yo soy el viñador
(Tú eres el viñador)
Quiero que tú des fruto
(Quieres que yo dé fruto)
Frutos de amor y de bondad
(Frutos de amor y de bondad)
Por eso te cuido
(Por eso me cuidas)
Y siempre te cuidaré.
(Y siempre me cuidarás)