Una vez bautizado en el río Jordán, el Espíritu Santo llevó a Jesús cuarenta días por el desierto. Allí vino el diablo para tentarlo. Como pasó todo ese tiempo sin comer, al final sintió hambre.
Entonces el diablo le dijo: «Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en un pan». Pero Jesús sabía que las cosas no son tan fáciles, y le contestó: «No sólo de pan vive el hombre».
Después, le llevó a lo alto de una montaña y le mostró todos los reinos del mundo y le dijo: «Te daré el poder sobre todo esto. Si te arrodillas delante de mí, todo será tuyo». Pero Jesús no quería el poder a cualquier precio, y le contestó: «Al Señor, tu Dios, adorarás y a él sólo le rezarás».
Finalmente lo puso en lo alto del templo y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito que los ángeles te cuidarán y no te dejarán caer ni tropezar en ninguna piedra». Pero Jesús no quería impresionar a la gente a base de espectáculos, sino con su bondad, así que le contestó: «No tentarás al Señor, tu Dios».
Y el diablo se marchó, pensando que ya volvería a tentar a Jesús en otra ocasión.
Cuando quieres sin esperar nada a cambio...
Cuando respiras y encuentras paz...
Cuando tienes momentos malos...
Cuando quieres compartir lo que te pasa...
Cuando das lo que creías que no tenías...
...Me gusta cómo lo haces, Jesús.