Jn 2, 1-11
Jesús, María y los discípulos estaban en una boda, en un pueblo que se llama Caná de Galilea.
En mitad del banquete María vio que se les había acabado el vino, y se lo dijo a Jesús. Él, al principio, le dijo que todavía no era momento de empezar a hacer milagros. Pero ella insistió.
Entonces Jesús mandó a unos criados llenar de agua unas grandes tinajas de barro. Y luego les pidió que se lo llevasen al encargado del banquete. Cuando lo hicieron, en lugar de agua, había vino.
Y el encargado del banquete, sin saber nada de lo que había pasado, felicitó al novio por haber dejado el mejor vino para el final.
Este fue el primer signo de Jesús.
Si estás Tú...
Si estás Tú... no falta nada, Jesús.
Si estás Tú... todo se llena de sol.
Si estás Tú... la tristeza se convierte en alegría.
Si estás Tú... se oye mejor el canto de los pájaros.
Si estás Tú... mi corazón late más fuerte.
Si estás Tú... los miedos no pueden conmigo.
Si estás Tú... tengo la fuerza de un gigante.
Si estás Tú, Señor... la vida es infinitamente mejor.
Si estás Tú... solo si estás Tú.