Uno de los escribas, que eran los que conocían bien la ley de los judíos, vino a donde estaba Jesús y le preguntó: «¿Cuál es el mandamiento más importante de la ley?» Jesús contestó: «Está claro: ‘Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todo tu ser’. Y el segundo es este: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’. No hay mandamiento mayor que estos dos».
Al escriba le gustó mucho la respuesta y le dijo: «Jesús, cómo me gusta oírte, tienes toda la razón cuando dices que amar a Dios y al prójimo vale más que todos los rituales que tenemos». Jesús, viendo que estaban de acuerdo, le dijo: «No estás lejos del reino de Dios».
Y nadie le hizo más preguntas. Pero es que, cuando la gente quiere entenderse de verdad, lo consigue al hablar de la fe.
Aunque esté cansado y agotado,
con un peso enorme en mi costado,
yo te seguiré dando la gloria,
pues sé bien en quién he confiado.
No eres hombre para que mientas,
con tu diestra Señor me sustentas
tu gozo es mi fortaleza.
Me levanto Jesús y proclamo tu nombre:
nada me separará de Ti, Señor,
nada me separará,
si caigo me has de levantar, Dios.
Nada me separará de Ti, Señor.
Me has amado y es tu amor
más ancho y más profundo que el mar.
Aunque esté cruzando un gran desierto
y aunque todo me parezca incierto.
Yo te seguiré dando la gloria,
te bendigo y me das la victoria.
No me dejas ni me desamparas
y me cubres, Señor, con tus alas.
Tu misericordia es para siempre.
(Juan Luis Guerra)
Ama y haz lo que quieras.
Si callas, callarás con amor;
si gritas, gritarás con amor;
si corriges, corregirás con amor;
si perdonas, perdonarás con amor.
Si tienes el amor dentro de ti,
sólo amor saldrá de ti.
(san Agustín)