Había un hombre ciego que se llamaba Bartimeo. Estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Cuando oyó que pasaba Jesús se puso a gritar: «Jesús, ten compasión de mí». La gente le mandaba callarse. Porque en aquel tiempo se pensaba que la enfermedad era como un castigo de Dios, y por eso los enfermos eran muy mal mirados. Pero él, confiando en Jesús, gritaba más alto: «Jesús, amigo, ayúdame».
Cuando Jesús oyó sus gritos se detuvo y dijo: «Llamadlo». Entonces trajeron al ciego Bartimeo a donde estaba él. Jesús le preguntó: «¿Qué puedo hacer por ti?» Él contestó: «Maestro, haz que vea». Jesús le dijo: «Tu fe te ha curado». Y de golpe fue como si se encendiera la luz después de muchos años de oscuridad, empezó a ver. Se puso muy feliz. Y seguía a Jesús por el camino.
Para ver a los que necesitan ayuda…
Para fijarnos en los más pequeños, en los más pobres, en los más sencillos…
Para aprender a descubrir el amor y la generosidad…
Para que nos acordemos de ser agradecidos…
...enciéndenos la luz.
Tu Luz nos hace ver la Luz,
Tu Amor nos hace ver Amor,
Tu Voz nos hace alzar la Voz.
Om Bhur bhuvasuvaja
Tat savitur varayam
Bargodevasyatimaji
Diyo yona prachoyaat*.
[*traducción del «Gayathri Matra» hindú:
Oh, espléndido y vivaz sol,
te ofrecemos esta oración.
Ilumina esta anhelante mente.
Sé nuestro protector.
Que la irradiación del divino rector
guíe nuestro destino.
Los sabios saludan tu magnificencia
con oblaciones y palabras de alabanza.]