Santiago y Juan eran dos de los mejores amigos de Jesús. Un día se acercaron a él. Le dijeron: «Jesús, queremos pedirte una cosa. Cuando seas rey, queremos ser los más poderosos de tu reino, los que se sienten a tu derecha y a tu izquierda». Jesús se entristeció y les preguntó: «¿Estáis seguros de que queréis pasar por lo mismo que yo?» (se lo decía porque Jesús sabía que le iban a perseguir). Ellos le dijeron que sí, aunque no entendían bien a qué se refería.
El resto de amigos de Jesús estaban ya muy enfadados por la petición, porque todos querían ser de los más poderosos. Y se pusieron a discutir entre ellos. Era un jaleo, todos gritando y criticándose unos a otros: «Tú eres un ambicioso». «Pues tú eres un caradura». Entonces Jesús, muy serio, les interrumpió y les dijo: «Mirad, todo el mundo quiere ser poderoso, rico, aplaudido. Todo el mundo quiere tener criados, y gente a su servicio. Pero vosotros no seáis así. El que quiera ser más grande, que piense en ayudar más a otros. Y el que quiera ser el más poderoso, que ponga sus talentos al servicio de los demás».
Los humildes (primeros), los presumidos (últimos).
Los generosos (primeros), los egoístas (últimos).
Los que sirven (primeros), los que exigen (últimos).
Los que abrazan (primeros), los que insultan (últimos).
Los que agradecen (primeros), los que no agradecen (últimos).
Los que comparten (primeros), los que acaparan (últimos).
Poco a poco intentaré amar
a ser quien soy,
siendo sincero y puro,
a ganarme con sudor el pan
y a no poseer nada,
nada innecesario.
Simplemente intentaré amar,
y ser hermano, ser universal,
sin miedo a caminar,
sin miedo al avanzar,
sin miedo al qué dirán.
El mundo empezará a cambiar
si buscas libertad,
sin miedo en tu interior.
Poco a poco intentaré amar,
no imponer mi forma de pensar,
a pensar un poco en los demás,
un hermano entre los hermanos.
No sintáis temor.
Es Jesús quien dice no sintáis temor.