Aquel día, había tanta gente siguiendo a Jesús y sus discípulos, que cuando llegó la hora de comer se encontraron con un problema, y es que por allí no había ningún sitio donde dieran comida para tantos. Además, los discípulos estaban preocupados, porque tampoco tenían dinero para comprar alimentos. Entonces apareció un niño, que tenía cinco panes y dos peces y los ofreció. Jesús le guiñó el ojo, y tomó los peces y los panes. Dijo que la gente se sentase. Y empezó a repartirlo. Todos estaban sorprendidos, porque no paraban de llenarse cestas y cestas de comida. Tantas, que cuando todo el mundo acabó de comer, aún sobraban doce cestos. La gente quería nombrar a Jesús rey. Pero él se marchó a la montaña, porque no quería ese tipo de poder.
El pan número uno es mi buen humor. Tómalo, Jesús.
El pan número dos es ayudar en casa. Tómalo, Jesús.
El pan número tres es rezar un ratito cada día. Tómalo, Jesús.
El pan número cuatro es compartir mis cosas. Tómalo, Jesús.
El pan número cinco es decirle algo bonito a mis padres. Tómalo, Jesús.
El pez número uno es dar las gracias por las cosas buenas. Tómalo, Jesús.
El pez número dos es pedir perdón si hago algo mal. Tómalo, Jesús.