Jesús estaba un día con sus amigos. Estaban cansadísimos, porque llevaban muchos días atendiendo a la gente que siempre necesitaba algo. Así que Jesús les propuso: «¿Por qué no nos vamos a un sitio tranquilo donde podamos descansar?» A ellos les pareció muy bien, porque a veces, de tanto trabajo que tenían, ni siquiera les daba tiempo para comer. Entonces se marcharon en barca, pensando en pasar un rato de juegos, de siesta, o lo que a cada uno le apeteciese cuando llegasen a la otra orilla. Pero cuando la gente vio que se iban, les siguieron, y al desembarcar ya estaban esperándoles. A Jesús le dieron pena, porque se dio cuenta de que necesitaban ayuda. Pensó que eran como un rebaño de ovejas que necesita al pastor. Por eso, en lugar de descansar, se puso a enseñarles.
«Busca mi rostro.» © Autorización de Provincia Vedruna de Europa
Ven conmigo, a escuchar el evangelio y aprender de mí.
Ven conmigo, a celebrar la misa.
Ven conmigo, a atender a quien necesita ayuda.
Ven conmigo, a descansar después del esfuerzo.
Venid, venid conmigo a un lugar tranquilo y
descansad en mi vuestro cansancio.
Dejad que os cure las heridas
que el trabajo por el Reino os ha dejado.
Reponed con mi Pan vuestras fuerzas,
con mi Vino alegrad el corazón.
Y ahora, venid, venid conmigo…