Jesús era exigente con sus amigos. Como el día que les dijo: «Mirad, no podéis querer a vuestros padres y madres, hijos o hijas, más que a mí. Ser amigo mío es elegir mi camino, y vivir a mi manera. Y eso también implica cargar con la cruz» –se refería a aceptar las dificultades que vienen cuando vives a la manera de Jesús–. Además, les aconsejaba: «El que solo está preocupado de sí mismo, de conseguirlo todo para sí, de tener todas las comodidades y pasarlo bien siempre, al final acabará muy triste. Pero el que se preocupa por los otros, y por Dios, el que hace el bien, ese será muy feliz». Y, por último, les hacía ver que cada persona es muy importante y que hay que tratar a todos como trataríamos al más importante, recibir a la gente, acoger a los justos, y dar de beber a los sedientos.
Cuando pensamos primero en los otros...
Cuando nos preocupamos por los demás...
Cuando acudimos en ayuda del que necesita...
Cuando nos acordamos del que tenemos al lado...
Cuando compartimos los bienes que tenemos...
Cuando acompañamos a los que sufren...
Cuando damos nuestro tiempo para beneficio de otros...
...Somos como Jesús.