Mucha gente seguía a Jesús por los caminos. Un día se quedó mirando a la multitud que iba tras él y le dio mucha pena, porque se dio cuenta de que estaban cansados, heridos, tristes. Pensó que eran un poco como las ovejas a las que no cuida ningún pastor.
Habló entonces con sus amigos, y decía: «Cuánta falta hace que haya mucha gente dispuesta a cuidar de los demás. Ojalá el Padre Dios toque muchos corazones para hacerlo». Como sus amigos eran buenas personas, ellos ya estaban deseando ponerse a cuidar de la gente. Entonces Jesús les dio permiso y les explicó lo que tenían que hacer para trabajar contra las cosas malas y para ayudar a sanar las heridas de las personas.
Los primeros amigos de Jesús eran Simón, al que apodaron Pedro, y su hermano, Andrés. Otros dos que también eran hermanos eran Santiago y Juan. Y además, Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo –el recaudador de impuestos–, otro que también se llamaba Santiago y Tadeo. Además, había otro Simón, que era un poco bruto porque decía que había que luchar por la fuerza contra los romanos. Y también estaba Judas.
Jesús les dio una misión. Una misión es un encargo muy importante. A estos les dijo que buscasen a los judíos que estaban más heridos, más solos, o que no entendían la buena noticia. Y les dijo: «Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos y expulsad al mal de todas las vidas. Y hacedlo gratis».
Ellos, como veían que eso era lo que Jesús hacía, se fueron a hacer lo mismo.
«En medio de ti.» © Difusión libre cortesía de Proyecto Nahum
Solo sé que fuiste Tú quien me llamó a ser instrumento de consolación,
hoy te doy mi sí de nuevo aunque sé de mi pecado,
pues confío en Ti, Señor, que vas conmigo.
No se puede amar a Dios a quien no vemos,
si no amamos al hermano a quien vemos;
cuando quiera yo medir cómo va mi amor
a Dios miraré si amo a todos mis hermanos.
El amor no tiene fronteras, el amor no tiene fronteras.
Cada día siento que Tú me lo pides, que yo dé mi vida por llevarte a todos,
con detalles muy pequeños y con gestos muy humanos
para hacer feliz a quien está a mi lado.
Pero no podemos dar si no tenemos
y por eso es necesaria la oración,
para amar como Tú amas,
perdonar como Tú hiciste
y sembrar paz y alegría al caminar.
Como Tú quiero estar siempre disponible
y que todo el que me busque a Ti te encuentre,
porque yo les dé mi vida como la darías Tú
y así puedan darte gracias y seguirte.
Haz que no pase de largo ante mi hermano
y que sean para mí los preferidos,
los enfermos, los pequeños, los que sufren y los pobres
porque Tú, Señor Jesús, vives en ellos.