Había gente que no creía en la resurrección. Entonces vinieron a donde estaba Jesús y le preguntaron con muy mala intención, para ponerle en ridículo: «Oye, Jesús, si un hombre muere, la ley dice que su mujer se tiene que casar con su hermano, ¿verdad?» Jesús asintió porque era lo que decía la ley. Ellos continuaron: «Pues había una vez siete hermanos. El mayor murió y su mujer se casó con el segundo. Pero este también murió. Y la mujer se fue casando con todos, uno tras otro, pero ellos murieron todos. Al final murió la mujer. Entonces, cuando esté en el cielo, ¿con quién estará casada?»
Se lo preguntaban para mostrar que eso de la resurrección era un jaleo. Pero Jesús les contestó: «Mirad, no entendéis nada de la resurrección. La resurrección es estar de otra manera. Con Dios y con todos los que han resucitado. ¿No os acordáis de lo que dice Moisés, que Dioses un Dios de vivos, y que para él no hay muertos, sino que todos viviremos?»
Salimos al encuentro de nuestra vocación,
se hará más verdadero y puro el corazón.
Miremos adelante confiando lo imperfecto
a nuestro padre.
Somos alegría en el amor,
testigos de algo grande
que sacia el corazón y se comparte.
Somos la familia del Señor,
semilla tan brillante
de la resurrección.
Dichoso es el camino si me acompañas tú
Los días más vacíos se llenarán de luz.
Creciendo en tu palabra, vencemos nuestros miedos.
con esperanza.
Transformas cada día, el llanto y la sonrisa
en una gran misión.
Porque nos enseñas a no tener miedo a la muerte.
Porque los que han muerto están de otra manera.
Porque nos acordamos, con esperanza, de las personas queridas.
Porque tú siempre estás con nosotros.
Porque al final de la historia, todo estará bien...
...gracias, Jesús.