Lc 9, 51-62
A los amigos de Jesús les costaba entender sus enseñanzas. Por ejemplo, un día, en un pueblo, había gente que no quiso dejar a Jesús un sitio para dormir. Los amigos de Jesús se enfadaron mucho. Y como habían visto el poder de Jesús, le dijeron: «¿Y si mandas que baje fuego del cielo para que los castigue?» Jesús les riñó, porque no habían entendido nada de lo que siempre les decía, sobre la paz y el perdón.
Tampoco lo entendían bien los que se acercaban y le decían: «Yo voy a ir contigo», «Yo te seguiré siempre», «Yo quiero ser tu amigo…» Pero cuando Jesús les invitaba a seguirle de verdad, siempre tenían alguna excusa para retrasarse: «Es que tengo que hacer cosas en casa», «Es que soy muy pequeño», «Es que todavía no estoy preparado…» Por eso Jesús les decía: «Si quieres ser mi amigo y vivir como yo, empieza ahora mismo».
¡Quiero seguirte, Jesús!
Porque quiero hacerte caso...
Porque quiero contestarte bien...
Para hablar bien de los demás...
Porque necesito escucharte...
Porque quiero vivir como Tú y darme a los demás...
...¡quiero seguirte, Jesús!