¿Os acordáis de Juan, el profeta de la semana pasada? Mucha gente se había unido a él, y le preguntaban: «¿Qué tenemos que hacer?»
Él les decía: «El que tenga dos chaquetas, que dé una al que no tiene. Y el que tiene dos bocadillos, que haga lo mismo».
A unos que cobraban impuestos, les dijo: «No exijáis más de lo establecido».
Y a unos soldados: «No abuséis de las personas».
Todo el mundo estaba alucinado con las cosas que decía. Y pensaban que a lo mejor él era el Mesías (porque los judíos estaban esperando que Dios les mandase un Mesías, o sea, un salvador). Pero Juan les dijo: «El mesías todavía no ha llegado. Él será mucho mejor que yo. Yo os bautizo con agua, pero él os bautizará con el Espíritu Santo y fuego».
Y todos estaban muy ilusionados pensando en cuándo llegaría el Mesías.
«Busco tu rostro.» © Autorización de San Pablo Multimedia
Como la aurora vendrás,
en luz las tinieblas cambiarás
Tú por mí, Señor.
Como la lluvia caerás
y nuestros desiertos bañarás.
Correrá la vida.
Todos nuestros caminos recorrerás
y a tus hijos dispersos reunirás.
Llamarás a tu pueblo de cada lugar,
plenitud tu presencia dará.
Rey de justicia serás,
la espada en arado forjarás.
Nos darás tu paz,
lobo y cordero verás
correr por los prados y jamás
volverá la noche.
La salvación eres Tú.
La estrella que alumbra el cielo azul
brillará por siempre
y quien es ciego verá,
quien no puede oír, escuchará.
Cantará de gozo.