Estaba Jesús con sus discípulos y les dijo: «Fijaros en esto. Yo sé que mi Padre Dios me quiere muchísimo. Que me quiere sin condiciones, con todo su corazón. Pues yo os quiero a vosotros igual. Porque el amor es para nosotros como el aire que nos rodea, o como el agua cuando nos bañamos. Es lo que nos sostiene y nos alimenta. Cumplid mi palabra. Eso es amar. Pero no penséis que es una obligación o una orden. Es un consejo de amigo. Vosotros para mí no sois mis criados. Sois mis amigos, porque os quiero mucho. Os he elegido a cada uno, porque cada uno de vosotros es especial, y único, y necesario. Y quiero que donde estéis seáis como un árbol que da fruto, y que ese fruto sea bueno. Os decía antes que tenéis que cumplir mi palabra. Pues mi palabra es: quereros unos a otros».
«Arcilla y arena. » © Autorización de San Pablo Multimedia
¿Dónde está Dios? ¿Se ve o no se ve?
Si te tienen que decir dónde está, se nos escapa.
De nada vale que te diga que vive en tu garganta.
Mis padres dicen que vive en nuestros pies descalzos,
que está en nuestras peleas y nuestros abrazos,
que está en la mesa y en el salón,
en mi cuarto y el comedor,
está cuando sé que todos somos uno.
Por eso soy feliz cuando vamos juntos.
A veces la tele no dice nada de Dios,
no dice nada de ir de a dos.
A veces habla de cosas que no me gustan ni entiendo,
y por eso cuando no entiendo,
la apago y prefiero el juego.
Yo me digo cada día que Dios está donde sea,
está cuando yo estoy y cuando está cualquiera,
está cuando le dejo entrar y cuando pongo barreras,
está en el día y en la noche,
en el viento y la marea,
está en mis fallos y mis reproches,
está en mis logros y mis metas.
está en saber que cada día dejo un pequeño grano,
en saber que Jesús está siempre al lado.
(adaptación de un poema de Gloria Fuertes)