Mucha gente iba conociendo a Jesús. Y querían acercarse a él. Los discípulos se encargaban de ayudar a la gente a llegar hasta él. Ellos estaban muy contentos de ver que Jesús era aceptado, y que la gente le quería. Pero Jesús se dio cuenta de que se equivocaban, porque solo valoraban la fama, el éxito y los aplausos, así que les puso un ejemplo:
Mirad, cuando queremos que crezca una planta, primero plantamos una semilla que tiene que dar un fruto. Al principio la semilla queda enterrada, y nadie la ve, ni siquiera se dan cuenta de que está ahí. Y solo mucho después empieza a crecer y a asomar la planta y el fruto. Pues con el Reino de Dios pasa lo mismo. Hay muchas cosas que no se ven, y no se aplauden. El amor, muchas veces, es humilde y no va por ahí presumiendo. Y la persona generosa no recibe inmediatamente la paga por lo que da. Y yo, también tendré que pasar por el silencio y el rechazo, aunque ahora no lo penséis.
Ellos estaban sorprendidos, y no terminaban de entender todo lo que Jesús les decía.
«Esto que soy.» © Autorización de San Pablo Multimedia
Con el agua de tu palabra…
Con el pan de tu mesa…
Con el amor de las personas…
Con el silencio que es necesario…
Con el ejemplo de la gente buena…
Con las dificultades de cada día…
…ayúdame a crecer.