Cuando Jesús nació en Belén, unos magos de oriente llegaron a la capital, Jerusalén, y preguntaban: «¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella, y nos ha guiado hasta aquí».
Ellos se referían a Jesús, claro, pero a Herodes, que era el rey de entonces, le molestó mucho que pudiera haber otro rey. Pero, para que no se le notase el enfado, les dijo a los magos que siguieran adelante, y si se enteraban de algo, que le avisaran, para ir él también a ver a ese rey de los judíos. La verdad es que Herodes solo quería saberlo para acabar con él.
Los magos siguieron su camino, y la estrella les llevó hasta Belén. Allí, en un establo, encontraron a María y José, y al niño en un pesebre. Inmediatamente se dieron cuenta de que ese niño era especial, se pusieron de rodillas y le ofrecieron lo que traían, que eran los regalos que se hacen a los reyes: oro, incienso y mirra.
Después se echaron a dormir. Dios, en sueños, les dijo que ni se les ocurriera volver a donde Herodes, así que ellos se marcharon por otro camino a su casa.
Dame un corazón bueno
Con el que pueda amar como tú.
Hazme mirar con cariño,
como te miraron los magos a ti.
Ayúdame a ser humilde,
a ser servicial y amable.
¡Este es el mejor regalo que puedo esperar!