Jesús seguía enseñando cada día a sus amigos. Aquel día les contó esta historia:
«Un hombre se marchó de viaje, y dejó a tres criados encargados de sus bienes. A uno le dio 1 millón de euros. A otro le dio 100.000 euros. Al tercero le dio 1000 euros. El primero trabajó muy bien y ganó otro millón. El segundo trabajó mucho, y consiguió otros 100.000. El tercero guardó los mil en un cajón y no hizo nada.
Cuando volvió el señor y les pidió cuentas, el primero le devolvió dos millones. El señor se puso muy contento y le premió por el buen trabajo. El segundo le devolvió 200.000 euros. También le premió con generosidad. Llegó el tercero y le dio mil euros. Entonces el dueño le riñó: ‘Pero, hombre, ¿tú no ves que podías haber trabajado y habrías conseguido más? Al menos si lo hubieras llevado al banco, te hubieran dado algo por los intereses’. Entonces le quitó el dinero y lo despidió, sin ningún premio».
Cuando Jesús terminó de hablar, todos se daban cuenta de que lo importante no es si Dios nos da mucho o poco, sino que cada uno hagamos las cosas bien con lo que Dios nos da, que no es solo dinero, son también capacidades y talentos. Para así multiplicar el bien en torno.
«El amor lo arregla todo.» © Con la autorización de Migueli
Cada día estoy más grande, Señor, y eso me hace feliz y me pone contento.
Estoy creciendo.
Ayúdame, Señor, a crecer también en el corazón.
Que sea mejor cada día, que tu amor me llene por dentro
hasta contagiar a los que me rodean.
Tú trabajabas mucho entregándote a los demás, porque amabas mucho…
Quiero parecerme a Ti… trabajar con amor, sin buscar premios ni recompensas.
No quiero ser cómodo ni egoísta…
Ayúdame a crecer en sabiduría, en oración, en solidaridad, en buen humor, en entrega a los demás.
Cuídame Padre, como cuidaste a tu hijo Jesús cuando crecía.
Hazme como a él, con sus mismos sentimientos y actitudes.
Que crezca como buen hijo tuyo. Amén.