Mt 22, 34-40
Uno de los fariseos quiso examinar a Jesús sobre la Ley, que para ellos era muy importante. Y le dijo: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la Ley?» Él le dijo: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser. Este es el mandamiento principal. Pero el segundo es igual de importante. Amarás a tu prójimo como a ti mismo». Con estos dos mandamientos se sostiene todo lo demás. Los fariseos se quedaron admirados por lo bien que contestaba.
Mi casa es el mundo (canción)
Sueño y lucho por un mundo donde hay sitio para todos:
quien conmigo canta y reza y el que lo hace de otro modo.
El que ha sido desahuciado y el que sufre separado,
El enfermo y el parado y quien su patria ha abandonado.
El que canta y celebra,
el que llora y no se encuentra,
la única norma: el amor,
que en mi casa caben todos... ¡mi casa es el mundo!
Mi casa es el mundo,
y el amor es mi bandera.
Mi casa es el mundo.
Si tú dices que estoy fuera yo te miro y estás dentro,
y es que así nunca te enteras de lo que habla este cuento.
Quiero ser una familia un auténtico mogollón,
que en mi casa quepan todos y nadie mendiga amor,
sin distancias, ni barreras,
sin refugios, ni trincheras,
que el amor sin más leyes que el amor,
en mi casa caben todos... ¡mi casa es el mundo!
Instalados en la tradición y la ignorancia, el poder de la razón,
yo prefiero coger carretera y manta para recorrer esa distancia
que me separa de ti, que te separa de mí,
arrullarte de este frío que tú aguantas.