Los amigos de Jesús se fueron a Galilea, a un monte que Jesús les había dicho. Cuando estaban allí, volvió a aparecer Jesús. Ellos estaban admirados. Jesús se acercó y le dijo: «Mirad, el Padre me ha dado todo el poder en el cielo y la tierra. Y yo, ahora, os voy a hacer un encargo, una misión. Id por todo el mundo y contad mi historia, llevad mi amistad, y bautizad a la gente en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Enseñadles lo que habéis aprendido de mí. Y aunque no me veáis, sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo».
«Cómo te podré pagar. » © Difusión libre cortesía de Brotes de Olivo
Cuando me quedo solo y no quiero hacer nada...
Cuando estoy nerviosa y pienso que las cosas no van a salir bien...
Cuando no me atrevo a ayudar a otros...
Cuando me piden ayuda y creo que no seré capaz...
Cuando me creo menos que otros...
Cuando en el día a día me olvido de Ti...
Envíame tu paz y tu alegría.
¡Qué bello es anunciar sobre los montes tu palabra!
Gritar entre las gentes que es posible tu evangelio.
Ser carta de Dios que escriba cada día
que todos hemos de ser tu gran familia.
Envíame, envíame, tu paz y tu alegría.
Envíame, envíame, tu impulso y tu esperanza.
Que siembre tu semilla en medio del dolor
y la violencia que deshace las sonrisas.
Hoy siento que mi amor no ha de quedarse sólo en mi.
Siento que, de no darse, se pudriría en mis entrañas.
Hoy quiero cantar, gritar en cielo y tierra
que siento en mi pobreza una gran fuerza.
(Brotes de olivo)