Uno de los mejores amigos de Jesús era Lázaro, que vivía en Betania con sus hermanas Marta y María.
Lázaro se puso muy enfermo, y entonces llamaron a Jesús. Pero como estaba lejos tardó unos días en llegar. Y cuando llegó, Lázaro había muerto. Su hermana Marta estaba muy triste, le dijo a Jesús: «Tenías que haber venido antes». Pero Jesús le contestó: «Yo soy la resurrección. ¿Crees en mí? ¿Crees en la vida que yo ofrezco?» Ella le contestó que sí, que creía.
Marta y María no paraban de llorar, muy tristes por haber perdido a su hermano. Jesús también lloraba, porque quería mucho a esa familia.
Entonces Jesús llegó a la puerta del sepulcro donde habían enterrado a Lázaro. Pidió que moviesen la piedra de la entrada y, cuando lo hicieron, gritó: «Lázaro, ven fuera». Y entonces Lázaro apareció en la entrada, vivo de nuevo.
Amó, curó, lloró y resucitó.
Nació a la vida como un bebé,
cambió su vida, también yo sé.
Perdió su vida y la recuperó,
entregó la vida y resucitó.
Estaba haciendo un mundo mejor,
le hicieron daño hombre sin valor.
Tejió un capullo y se acurrucó
como mariposa resucitó.
Nació a la vida, cambió la vida
volvió a la vida y resucitó.
Volvió a la vida desde el capullo,
la mariposa resucitó.