Jesús iba por distintos pueblos y lugares explicando el mensaje de Dios. Uno se le acercó y le preguntó: «Señor, ¿cuántos llegarán al cielo?»
Jesús les dijo: «Mirad, no es fácil vivir el evangelio. El camino de Dios es como llegar a un banquete. Pero el lugar tiene una puerta pequeña, y hay que hacer un esfuerzo para entrar por ella. Para entrar por la puerta pequeña, hay que hacerse pequeño. Mucha gente solo quiere grandeza. Se van haciendo tan grandes, a base de ambición, riquezas, maldad o mentiras, que cuando quieren entrar por la puerta, no caben por ella. Vosotros tenéis que haceros pequeños.
Si no, un día querréis entrar a donde esté yo. Y me diréis: ‘Soy muy amigo tuyo’. Pero, si no es verdad, la puerta seguirá cerrada.
Aunque también os digo. Hay mucha gente buena y pequeña en todo el mundo. En Oriente y Occidente. En el Norte y en el Sur. Todos esos se sentarán en mi banquete. Muchos que hoy son los últimos, serán los primeros. Y muchos que hoy son los primeros serán los últimos».
Me dijeron que en el Reino del Revés
nadie se aprovecha de otros,
todos miran por los niños,
nadie se encuentra solo.
Me dijeron que en el Reino del Revés
los abuelos son felices jugando con sus nietos,
todo el mundo les pregunta cuando no saben qué hacer.
Me dijeron que en el Reino del Revés
no hay cárceles ni hospicios,
todo el mundo es querido.
Me dijeron que el Reino del Revés,
es el Reino de Dios, es el banquete de Jesús.
Siempre hay un pequeño
cerca del que se hace grande,
siempre el grande se hace grande
porque cerca hay un pequeño.
Siempre hay uno débil
cerca del que se hace fuerte,
siempre el fuerte
se hace fuerte
porque cerca hay uno débil.
Siempre habrá quien
siempre
quede el último
a no ser que tú lo quieras ver
al revés.
Dale la vuelta al orden, la vuelta
dale la vuelta, dale la vuelta…
Siempre hay uno pobre
cerca del que se hace rico,
siempre el rico
se hace rico
porque cerca hay uno pobre.
Siempre habrá quien
siempre
quede el último
a no ser que tú lo quieras ver
al revés.
Dale la vuelta al orden…