Como Jesús tenía mucha autoridad, había gente que se le acercaba para que fuera como un árbitro o un juez entre ellos. Un día uno vino y le dijo: «Jesús, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia».
Jesús miró a todos, y les dijo: «Mirad, no seáis avariciosos. No estéis preocupados solo por acumular más y más riquezas». Y para que lo entendieran les contó una parábola: «Un hombre rico tuvo una cosecha enorme. Tan grande que no cabía en su granero. Así que pensó: ‘derribaré el granero que tengo, construiré otro mucho mayor, y así seré todavía más rico…’ y ya estaba pensando la buena vida que se iba a dar. Pero Dios le dijo: ‘Hombre, ¿de qué te sirve todo eso, si esta misma noche vas a morir?’»
Al terminar de contarles la historia, Jesús les dio la enseñanza: «Eso es lo que pasa si lo único que buscas es riqueza material, y no la riqueza del corazón que Dios quiere».
«Como un girasol.» © Con la autorización de Migueli
Gracias, Jesús, por todo lo que tengo.
Gracias, Jesús, porque puedo compartirlo.
Gracias, Jesús, porque teniendo poco se puede ser muy rico.
Gracias, Jesús, porque compartiendo hago felices a los demás.
Gracias, Jesús, por tanta gente que comparte cosas conmigo.
Poco que tener y mucho que dar.
Y si nos hace falta ya nos llegará.
Poco que tener y mucho que dar.
Las que son sus dueñas ya nos prestarán.