Jesús estaba un día rodeado de gente. Llegaron fuera su madre y sus hermanos. En la época de Jesús se llamaba hermanos a todos los primos y la familia cercana. Como había mucha gente dentro de la casa, ellos avisaron para que Jesús saliese. Pero cuando un amigo le dijo a Jesús “Oye, sal corriendo que están fuera tu madre y tus hermanos”, Jesús contestó: “¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?” Todos le miraban un poco sorprendidos, porque pensaban: pues hombre, María y el resto de la familia, ¿no? Pero Jesús les dijo: “Mirad, mi madre y mis hermanos son cualquiera que cumpla la voluntad de Dios. Ese es mi hermano, y mi hermana y mi madre”. Y con eso, lo que les quería decir es que hacer lo que Dios quiere es más importante incluso que la propia familia.
En mi familia y mis amigos...
En tantas personas que no conozco...
En mi colegio y en mis estudios...
En mis juegos y mis sueños...
En el campo y en la ciudad...
En cada momento y en cada rincón...
...¡Que se haga tu voluntad, Señor!
Siento en mi interior un hilo que une el corazón.
Cada amanecer, contigo aumenta nuestra fe.
Familia soy, familia somos.
Somos tú y yo familia de Dios.
Familia soy, familia somos.
Contigo voy, familia de amor.
Somos como el sol, que contagiamos tu calor.
Juntos sobre el mar, hasta podremos caminar.
Familia soy, familia somos.
Somos tú y yo familia de Dios.
Familia soy, familia somos.
Contigo voy, familia de amor.