Lc 2, 22-40
La ley de los judíos decía que un tiempo después de nacer, había que llevar al niño al templo, para presentarlo al Señor. Cuando llegó ese día, María y José, con Jesús en brazos, que todavía era un bebé, lo llevaron al templo. Era algo así como decirle a Dios: “Mira, ponemos a este niño en tus manos, para que cuides de él”.
Después, se volvieron a casa, a su pueblo, Nazaret. Y empezaron a vivir como todas las familias. El niño crecía, jugaba, se iba haciendo más fuerte y siempre estaba curioso por aprender cosas nuevas.
Gracias
Gracias por mi madre… y mi padre… que me quieren.
Gracias por mis hermanos… y primos… que me quieren.
Gracias por mis abuelos… que tanto me quieren.
Gracias por mis profesores… que me quieren.
Gracias por mis tíos y tías… que me quieren.
Gracias por ti, Jesús, que me quieres.