Un día que andaban por los caminos, Jesús preguntó a sus amigos: “Oye, ¿qué dice la gente de mí?” Ellos se pusieron a hablar todos a la vez, contándole todo lo que oían por ahí: “Unos dicen que eres Juan Bautista” –apuntaba uno– “Que eres el profeta Elías” –añadía otro– “Jeremías” –decía otro más. Jesús entonces les preguntó: “Y vosotros ¿quién pensáis que soy yo?” Entonces se callaron todos, porque no sabían muy bien qué contestar. Como cuando en clase nadie se atreve a decir algo por si se equivoca. Entonces, Simón Pedro dijo: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios”. Decir eso era algo muy atrevido, porque el Mesías era el libertador que Dios había prometido al pueblo desde hacía cientos de años. Jesús sonrió y le miró contento, y le dijo: “Qué bien, Simón. Veo que empiezas a ver claro, y que mi padre Dios te está ayudando a entender. Por eso, yo te digo que tú eres fuerte como una piedra, una roca firme, y sobre esa piedra construiré mi Iglesia, y ningún mal la vencerá. Te daré las llaves del reino de los cielos, y lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo” –con eso le mostraba que sería la Iglesia, la comunidad formada por sus amigos, la que tendría que enseñar, en el mundo, el camino para llegar hasta Dios–.
«Pasárselo bien.» © Con la autorización de Xaquín
Cuando le hablo a Jesús,
siempre le hablo en bajito,
porque a Jesús no le gusta
hablar entre ruidos y gritos.
Y le hablo por la mañana,
cuando aún estoy en pijama,
y le hablo en cualquier momento,
porque me encuentro contento.
Padre del cielo: te quiero mucho,
quiero ser bueno, te pido por todos.
Padre nuestro, que estás en el cielo,
venga a nosotros tu Reino.
Sabes que quiero ser bueno
con todos mis compañeros,
y compartir, sin esfuerzo,
todo aquello que yo tengo;
estar atento en el cole,
ayudar al que no puede,
y jugar mucho en mi casa,
después de hacer los deberes.
Jesús, Tú eres…
La palabra a proclamar,
La verdad que debe ser dicha,
La luz que debe ser encendida,
La vida que se debe vivir,
El amor que debe ser amado.
Jesús, Tú eres…
La alegría a compartir,
La paz que se debe dar,
El pan de vida que se debe comer.
Jesús, Tú eres…
El hambriento que debe ser sustentado,
El sediento que debe ser saciado,
El desnudo que debe ser vestido,
El sin casa que hay que acoger,
El solitario a quien se debe amar,
El despreciado que debe ser acogido.