Jn 3, 13-18
Dios ama muchísimo el mundo que creó. Tanto, que cuando la gente se estaba olvidando de Dios, y estaba actuando mal y haciéndose daño unos a otros, en lugar de enfadarse o alejarse, Dios envió a su Hijo único, Jesús, para devolvernos a todos una vida plena y eterna. Dios no quería castigar al mundo, sino ayudarnos. Lo que tenemos que hacer para recibir esa ayuda es creer en Jesús, porque esa es la manera de recibir el abrazo de Dios.
Dios, Jesús, Espíritu
Dios, Padre bueno,
te doy gracias porque me quieres sin más, porque sí.
Te alegras cuando estoy alegre,
y te entristeces si en algo me equivoco.
Pero me quieres igual.
Jesús, amigo cercano,
te doy gracias porque con tu vida puedo aprender
cómo este mundo puede ser un mejor lugar.
Eres la mejor imagen de Dios.
Espíritu, que eres santo,
te doy gracias porque, aunque no puedo verte,
a veces siento algo que me impulsa a hacerlo mejor.
Me das ánimos, me acompañas siempre.
Amén.