Jesús subió al monte, llamó a los que quiso y se fueron con él. E instituyó doce para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar, y que tuvieran autoridad para expulsar a los demonios: Simón, a quien puso el nombre de Pedro, Santiago el de Zebedeo, y Juan, el hermano de Santiago, a quienes puso el nombre de Boanerges, es decir, los hijos del trueno, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el de Caná y Judas Iscariote, el que lo entregó.
«Yo soy» © Difusión libre cortesía de Brotes de Olivo
«Y muchas veces pienso en mi propósito de servir a las almas. Ojalá esté pronto sano y me pueda poner en camino».
Te propongo… «ver a Christo nuestro Señor, rey eterno, y delante de él todo el universo mundo, y cómo llama a cada uno en particular diciéndole: Mi voluntad es [de] conquistar todo el mundo y todos los enemigos, y así entrar en la gloria de mi Padre; por tanto, quien quisiere venir conmigo, ha de trabajar conmigo, para que siguiéndome en la pena, también me siga en la gloria».
(EE, 95)