Después de que Jesús hubiera muerto, sus amigos empezaron a sentir que en realidad estaba vivo y dejaron de tener miedo. Se reunían para recordar juntos todo lo que les había enseñado y se notaba que tenían un único corazón.
De hecho, ponían todo en común. Si uno tenía una tierra, la vendía y daba el dinero al grupo para que lo repartieran entre los pobres.
Se les veía tan contentos que mucha gente les quería y preguntaban qué había que hacer para ser como ellos.
«Líneas de Fuerza 2023» © Usado bajo licencia no comercial Creative Commons
Si quiero contar la historia
de cómo un tal Jesús reunió a una multitud,
tendría que hablarte de cuentos,
de abrazos de besos,
de fe, de amor y gratitud.
De noches en vela,
palabras sinceras,
de lucha por la dignidad.
De largos silencios,
de anchos desiertos,
de sueños para la humanidad.
Si quieres conocer la historia
de cómo vivimos hoy en esa multitud,
podrías venir conmigo, hacer tuyo el camino
y aceptar la misión.
De ser esperanza, ser luz en tu casa
y amar a todos sin condición,
denunciar la injusticia,
ser buena noticia,
vivir la vida con inquietud.
Gente esperanzada, con una mirada llena de luz y de amor.
Gente sencilla, que con fe y alegría quiere hacer un mundo mejor.
Y si alguna vez percibes oscuridad,
pon a la luz tus miedos y tu verdad.
Porque en el amor me confieso culpable.
Como dijo mi Padre:
que somos una familia,
¡un auténtico mogollón!
Una Iglesia divertida que, donde vamos,
armamos la de Dios.
Jesús, danos esperanza para estar unidos y poder recordar lo que nos enseñas.
Jesús, danos esperanza para hacer que el mundo sea mejor.
Jesús, danos esperanza para no olvidar compartir con los que nos necesitan.
Jesús, danos esperanza para que, como aquellos primeros amigos tuyos, nuestra alegría sea contagiosa.
Jesús, danos esperanza para que juntos seamos buena noticia.
Jesús, danos esperanza para que ayudemos a que venga a nosotros tu Reino.