Mientras Jesús estaba a la orilla del lago de Genesaret, la gente se agolpaba para escuchar la Palabra de Dios. Vio dos barcas junto a la orilla, los pescadores se habían bajado y estaban lavando sus redes. Subiendo a una de las barcas, la de Simón, le pidió que se apartase un poco de tierra. Se sentó y se puso a enseñar a la multitud desde la barca.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Boga mar adentro y echa las redes para pescar». Simón le replicó: «Maestro, hemos bregado toda la noche y no hemos sacado nada; pero, ya que lo dices, echaré las redes». Lo hicieron y capturaron tal cantidad de peces que reventaban las redes. Hicieron señas a los socios de la otra barca para que fueran a echarles una mano. Llegaron y llenaron las dos barcas, que casi se hundían.
Al verlo, Simón Pedro cayó a los pies de Jesús y dijo: «¡Apártate de mí, Señor, que soy un pecador!» Pues el estupor se había apoderado de él y de todos sus compañeros por la cantidad de peces que habían pescado. Lo mismo sucedía a Juan y Santiago, hijos de Zebedeo, que eran socios de Simón. Jesús dijo a Simón: «No temas, en adelante serás pescador de hombres».
Entonces, atracando las barcas en tierra, lo dejaron todo y le siguieron.
«3 hours of beautiful instrumental music» © Compartido en Youtube por Peder B. Helland
Ayúdame, Señor, a seguirte,
a unir mi vida con la tuya
y vivir el sueño que tienes para mí…
Mírame en mi confusión,
y permíteme sentir tu presencia.
Lo único que me pides siempre
es que no me esconda de ti,
que no escape a tu amor.
Quiero amarte y estar contigo,
hablarte, y simplemente
estar en tu presencia.
Permíteme verme a mí mismo,
en la luz de tu misericordia
y elegirte siempre.
Amén.
(Henri Nouwen)