Rut 1, 14-17
Ellas lloraban. Después Orfá dio un beso a su suegra y se volvió a su pueblo, mientras que Rut permaneció con Noemí. «Ya ves –dijo Noemí– que tu cuñada vuelve a su pueblo y a sus dioses. Ve tú también con ella».
Pero Rut respondió: «No insistas en que vuelva y te abandone. Iré adonde tú vayas, viviré donde tú vivas; tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios; moriré donde tú mueras, y allí me enterrarán. Juro ante el Señor que solo la muerte podrá separarnos».
Mujer
María, mujer, que cuidando…
abrazas el ser de Dios en tu entraña,
acaricias al niño perdido y hallado,
despides al joven que sale al desierto,
sigues al hombre que recorre los caminos,
acompañas al condenado con la cruz al hombro,
contemplas al traspasado por la lanza,
sostienes al desfigurado que yace entre tus brazos,
anuncias al Resucitado que nos salva,
…impregnas mis gestos de fiel cuidado.
(Valle Chías, RJM)