Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.
«Busca mi rostro» © Autorización de Provincia Vedruna de Europa
«Música de guitarra relajante» © Licencia estándar de Youtube
No te rindas,
aunque a veces duela la vida.
Aunque pesen los muros
y el tiempo parezca tu enemigo.
No te rindas,
aunque las lágrimas
surquen tu rostro y tu entraña
demasiado a menudo.
Aunque la distancia
con los tuyos parezca insalvable.
Aunque el amor sea, hoy,
un anhelo difícil,
y a menudo te muerdan
el miedo, el dolor, la soledad,
la tristeza y la memoria.
No te rindas. Porque sigues siendo capaz
de luchar, de reír, de esperar,
de levantarte las veces que haga falta.
Tus brazos aún han de dar muchos abrazos,
y tus ojos
verán paisajes increíbles.
Acaso, cuando te miras al espejo,
no reconoces lo hermoso, pero Dios sí.
Dios te conoce,
y porque te conoce sigue confiando en ti,
sigue creyendo en ti,
sabe que, como el ave herida,
sanarán tus alas y levantarás el vuelo,
aunque ahora parezca imposible.
No te rindas.
Que hay quien te ama
sin condiciones,
y te llama
a creerlo.
(José María R. Olaizola sj)