Por tanto, como elegidos de Dios, consagrados y amados, revestíos de compasión entrañable, amabilidad, humildad, modestia, paciencia; soportaos mutuamente; perdonaos si alguien tiene queja de otro; como el Señor los ha perdonado, así también haced vosotros. Y por encima de todo el amor, que es el broche de la perfección. Actúe de árbitro en vuestra mente la paz del Mesías, a la que habéis sido llamados para formar un cuerpo. Sed agradecidos. La Palabra del Mesías habite entre vosotros en toda su riqueza; con toda destreza enseñaos y exhortaos unos a otros. Con corazón agradecido cantad a Dios salmos, himnos y cantos inspirados. Todo lo que hagáis, de palabra o de obra, hacedlo invocando al Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
«Sweet Algebur» © Usado bajo licencia no comercial Creative Commons
Gratitud, siento de pronto una fuerte gratitud… Dios mío, tómame de tu mano, te acompaño sin resistirme. No rehuiré nada de lo que me llegue en la vida, lo asimilaré con todas mis fuerzas, pero dame de vez en cuando un breve instante de tranquilidad… Me gusta estar protegida por el calor y la seguridad, pero tampoco me rebelaré si entro en el frío, siempre y cuando sea de tu mano. Iré a todas partes de tu mano y quiero procurar no tener miedo. Intentaré irradiar algo del amor, del verdadero amor humano que hay en mí, en cualquier parte que esté… Prometo que viviré al máximo esta vida y que seguiré adelante. A veces pienso que mi vida empieza ahora mismo.
(Etty Hillesum)