Existen carismas diversos, pero un mismo Espíritu; existen ministerios diversos, pero un mismo Señor; existen actividades diversas, pero un mismo Dios que ejecuta todo en todos. A cada uno se le da una manifestación del Espíritu para el bien común. Uno por el Espíritu tiene el don de hablar con sabiduría, otro según el mismo Espíritu el hablar con penetración, otro por el mismo Espíritu la fe, otro por el único Espíritu carisma de sanaciones, otro realizar milagros, otro profecía, otro discreción de espíritus, otro hablar lenguas diversas, otro interpretarlas. Pero todo lo ejecuta el mismo y único Espíritu repartiendo a cada uno como quiere. Como el cuerpo, siendo uno, tiene muchos miembros, y los miembros, siendo muchos, forman un solo cuerpo, así es el Mesías. Todos nosotros, judíos o griegos, esclavos o libres, nos hemos bautizado en un solo Espíritu para formar un solo cuerpo, y hemos absorbido un solo Espíritu.
«Mira de nuevo » © Autorización de Paco Fernández del Amor
«Music from Braid» © Usado bajo licencia no comercial Creative Commons
Hermanos: Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Todos nosotros, hombres y mujeres, de un país o de otro, jóvenes o ancianos, trabajadores, estudiantes, parados, ricos, pobres, ágiles o torpes, conversadores o silenciosos, sanos o enfermos… todos nosotros formamos parte de ese mismo cuerpo, bautizados en su mismo Espíritu.
Si todos fuéramos iguales. Si todos viéramos los mismos programas en la televisión, tuviéramos idénticas aficiones, leyésemos el mismo libro, pensásemos de una única forma, ¿no sería terrible?
Si uno dijera, «es que tú y yo pensamos distinto en este punto o este otro, luego no podemos ser parte de la misma iglesia», «es que nos preocupamos por problemas diferentes, luego tenemos distinto Dios…» ¿No sería demasiado excluyente? Si solo hubiera una forma de celebrar, una forma de pensar, una forma de actuar, ¿dónde quedaría la riqueza de una comunidad viva? ¿No sería una masa informe?
Somos muchos. Y distintos. Cada uno aporta algo al conjunto. No solo los más brillantes, los más elocuentes o los más asertivos. A menudo son los que parecen más débiles, más frágiles o pasan más desapercibidos, quienes en realidad hacen más falta. Ese es el secreto de la comunidad. El valor de lo pequeño. El contraste entre el brillo aparente y la grandeza escondida.
Pero que no haya divisiones en el cuerpo, en la comunidad. Puede haber diferencias, porque somos distintos, pero no dejemos que las diferencias se conviertan en barreras que nos incomuniquen a unos de otros. Dios ha distribuido en la iglesia muchos carismas y talentos, muchas sensibilidades. Hay hoy gente más apegada a la tradición y gente más abierta a lo nuevo. Hay quien coordina. Y quien enseña. Hay quien cuida, con ternura, de los enfermos. Hay quien investiga. Hay quien canta. Hay quien vive solo. Quien forma una familia. Quien abraza una comunidad. Hay catequistas. Y sacerdotes. Y laicos comprometidos con la realidad concreta. Y religiosos y religiosas.
Todos sois necesarios.