Eran asiduos en escuchar la enseñanza de los apóstoles, en la solidaridad, en la fracción del pan y en las oraciones. Ante los prodigios y señales que hacían los apóstoles, un sentido de reverencia se apoderó de todos. Los creyentes estaban todos unidos y poseían todo en común. Vendían bienes y posesiones y las repartían según la necesidad de cada uno. A diario acudían fielmente y unánimes al templo; en sus casas partían el pan, compartían la comida con alegría y sencillez sincera. Alababan a Dios y todo el mundo los estimaba. El Señor iba incorporando a la comunidad a cuantos se iban salvando.
«Vida» © Con la autorización de Oscar Santos
El santo es audaz, ingenioso y moderno;
el santo no espera a que vengan de lo alto
las disposiciones y las innovaciones;
el santo supera los obstáculos y, si es necesario,
quema las viejas estructuras superándolas…
Pero siempre con el amor de Dios
y en la absoluta fidelidad a la Iglesia
a la que servimos humildemente
porque la amamos apasionadamente.
(Pedro Arrupe, de un retiro a sacerdotes en Cagliari, 11 de marzo de 1976)