El desierto y el yermo se regocijarán, el páramo de alegría florecerá, como flor de narciso florecerá, desbordando de gozo y alegría; tiene la gloria del Líbano, la belleza del Carmelo y del Sarón; ellos verán la gloria del Señor, la belleza de nuestro Dios. Fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes. Decid a los cobardes: Sed fuertes, no temáis; mirad a vuestro Dios, que trae el desquite y la venganza, viene en persona y os salvará. Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará; brotará agua en el desierto, torrentes en la estepa, el páramo será un estanque, lo reseco un manantial, habrá hierba, cañas y juncos, en el cubil de chacales. Lo cruzará una calzada que llamarán Vía Sacra, no pasará por ella el impuro, los inexpertos no se extraviarán. No habrá en ella leones, ni se acercarán bestias feroces, los redimidos caminarán por ella y por ella volverán los rescatados del Señor: volverán a Sión con cánticos: en cabeza, alegría perpetua, siguiéndolos, gozo y alegría; pena y aflicción se alejarán.
«Nosotros somos el cuerpo de Cristo» © Permiso pedido a CVX joven de Chile
Puedes limpiar sus heridas o añadir pesar. Puedes acariciar o estrujarlo. Puedes construir puentes, escuelas, hospitales o poner barreras insalvables. Puedes acunar a otros o abrazarte a ti mismo. Puedes pintar paisajes nuevos o embadurnar el horizonte de manchas. Puedes disponer asientos para todos en la mesa o poner candados en la puerta. Puedes esculpir figuras eternas. Puedes escribir en el aire o en la piedra. Puedes encender la luz o mantener la niebla. (José María R. Olaizola)