Final del día
Con esta oración ofrecemos material para poder hacer un examen del día al modo ignaciano. Para ello se invita a los niños a comenzar con un poco de relajación, poniéndose en presencia de Dios, y después se va haciendo un recorrido con varios pasos:
Primero: hacerse consciente del propio cuerpo y sus posibilidades, desde la acción de gracias. Los sentidos y cómo me abren al mundo.
Segundo: recordar a las personas que han sido importantes en el día.
Tercero: pedir perdón por aquello que haya podido ser regular durante la jornada.
Cuarto: pedirle a Jesús por lo que me preocupe hoy.
Es una oración pensada para hacer con frecuencia. Aunque hay espacios de silencio intercalados con el texto, cabe la posibilidad, si se hace acompañando o guiando a niños pequeños, de ir deteniendo la oración e ir enseñándoles un poquito más despacio a dar esos pasos (de la gratitud, el perdón o presentarle a Dios lo importante de cada día).
Al final se les invita a repetir una plegaria que, si uno hace este examen con frecuencia, puede convertirse en una oración que nos acompañe siempre:
Yo siempre estoy contigo,
Tú siempre estás conmigo
y juntos podremos recorrer todos los caminos.