Mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: “Si alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío. Así, ¿quién de vosotros si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que lo miran, diciendo: ‘Este hombre empezó a construir y no pudo acabar’. ¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz. Así pues, todo aquel de entre vosotros que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío”.
«Ite inflamate omnia» © Autorización de Compañía de Jesús Chile
Agradezco a Dios el privilegio de que Jesús de Nazaret se haya cruzado en mi existencia y le pido seguir aprendiendo de su modo de proceder en la vida… para hacerlo mío y, cada vez más, poder mirar a los demás como Él les miraría. Pido al Espíritu del Señor fortaleza y valentía para, como Ignacio, ser sacramento vivo, portador de la presencia de Dios ante quienes más lo necesitan; colaborador suyo en la Obra de la Redención. Delante de Dios, oro con Ignacio de Loyola: Señor, toma y recibe toda mi libertad… todo lo que tengo y soy… dispón de ello para lo que necesites…sólo dame aliento, amor y compañía… eso bastará.