Jesús dijo a sus discípulos: «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar para recuperarla?
»Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta. Os aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin antes haber visto llegar al Hijo del hombre con majestad».
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De qué te sirve ganar el mundo
si para hacerlo desperdicias tu vida?
¿De qué te sirve perseguir el éxito,
si en el camino te dejas el corazón,
los valores o la alegría?
¿De qué te sirve perseguir la belleza en un espejo,
cuando la vida te espera tras una ventana?
¿De qué te sirve farfullar excusas de perfección,
si quien te ama de verdad quiere abrazar tus sombras?
¿De qué te sirve coleccionar aplausos,
si no comprendes que una sola caricia
vale más que todos los parabienes del mundo?
¿De qué te sirve la alfombra roja
si conduce a una puerta tapiada?
¿De qué te sirve una eternidad de fiestas
si te ahogas en un instante de silencio?
¿De qué te sirve el poder, si no es para servir?
(José María R. Olaizola sj)