







Jesús dijo a la gente: «¿A quién compararé esta generación? Se parece a unos chiquillos que, sentados en la plaza, se gritan unos a otros diciendo ‘Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado’. Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: ‘Tiene un demonio’. Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: ‘Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores’. Pero la sabiduría se ha acreditado por sus obras».
«Guadalupana (instrumental)» © Licencia estándar de Youtube
Quejicas que solo ven peros.
Insultadores con malas noticias.
Jueces sin otra medida que su propio ego,
fascinados por el sonido de su voz.
Blogueros de corazón de piedra,
siempre buscando la interpretación más hiriente.
Directores de pista en un circo de miserias,
más pendientes de insultar a los diferentes
que de escuchar a ver si hay verdad en sus anhelos.
Borrachos de adulación y del aplauso de los palmeros,
tan vacíos, tan absurdos
y tan desquiciados unos como otros.
Buitres que se alimentan de las sombras,
aferrándose a un instante de popularidad.
Creen que la descalificación es su arte,
cuando es su manera de pervertir el evangelio.
Su fe no es amor a Dios,
sino odio al prójimo,
al que han vuelto distante.
Menos mal, y por su bien,
que Dios no es como ellos piensan.
(José María R. Olaizola, SJ)